Wirikuta, el inicio del camino
Desde tiempos prehispánicos diversas comunidades indígenas han visto al territorio de Wirikuta como un lugar sagrado.
Cada año el pueblo Wixárika (huichol) realiza una peregrinación por el desierto para llegar al Cerro del Quemado, con el fin de conocer el sitio en donde por primera vez el Sol se elevó, montado en los cuernos del venado azul.
Es el mismo recorrido que realizaron sus antepasados espirituales. Los dioses fueron guiados por Tatewari (el abuelo fuego) hasta llegar a Wirikuta. Es en donde se teje y sostiene la vida del planeta.
Es una de las peregrinaciones más importantes para el pueblo huichol, todo el trayecto está repleto de una fuerte carga espiritual, histórica, cultural y social.
El territorio sagrado Wirikuta está ubicado en San Luis Potosí. No cuenta con limites físicos, ya que su delimitación espiritual es indivisible y continua, que se sustenta en la sabiduría del pueblo Wixárika.
Es también, la Reserva Natural de Wirikuta, uno de los lugares con más biodiversidad del país. Se viaja hasta esta zona por es el hogar que alberga a los dioses. Por esta razón, cada planta, animal, manantial, etc., es sagrado y, merecen respeto y cuidado.
Caminando con nierika.
Sería imposible entender el arte huichol sin el concepto de Nierika, que supone al mismo tiempo la capacidad de ver la verdadera forma del mundo, que revelan los Dioses, los antepasados, a partir de ciertas prácticas rituales.
Al finalizar el trayecto, los peregrinos ingieren ritualmente el peyote, los wixaritari (huicholes) usan como fuente para recibir el nierika o “don de ver”.
Sin embargo, el consumo del peyote viene cargado de un simbolismo que refiere a la representación del dios Hikuri (el venado azul). Por ello, es necesario que el peregrino se purifique mediante confesiones abiertas, ayunos con caminatas, seguidos de vigilia, etc.
La manifestaciones del arte huichol cifran su expresividad en el nierika, un punto donde los antepasados concentran su energía para revelarse e instruir al devoto.
